Me confieso chilango. Llevo casi 7 años fuera de México (prácticamente me volví adulto fuera), y he sabido adaptarme muy bien a la vida fuera de mi país, lejos de mi familia y mi gente, aunque el messenger, el skype, las visitas y las largas distancias son una maravilla. Tan bien, que no sé cuándo regrese. Le comentaba a una amiga alemana de mi clase anterior de francés (ya me cambié otra vez) que tengo tres pulseras en la mano izquierda. Una me la compré en Greenwich, en el meridiano cero. Otra es un regalo de graduación de ingeniería de mi abuelo. La última es una pulsera tricolor, en verde, blanco y rojo (o más bien, verde, gris y rojo, porque ya está muy sucia) que me compré en el Zócalo del D.F. justo antes de partir en el 2000. Mi idea entonces era (muy romántico yo) que me quitaría esa pulsera cuando regresara a México a vivir. Cuando le dije la historia a mi amiga me quedé pensando que aún no sé ni le veo para cuándo me la voy a quitar.
Aunque Europa creo que ya la conozco relativamente bien (aunque me falta buena parte de esa área entre Alemania y Rusia que ya no sé si llamar Europa Oriental o Europa Central), del Lejano Oriente sólo conozco un país, de Medio Oriente dos, de Sudamérica tres, de África ninguno y de Oceanía tampoco. Quisiera ver más mundo antes de regresarme a mi tierra, porque sé que cuando regrese para establecerme va a ser muy difícil para mí volver a salir. O quién sabe.
ándale, qué paseado eh!
He tenido mucha fortuna…
Y directamente después de Bruselas, adónde quieres ir?
Esa es una buena pregunta. A donde el viento me lleve, mientras sea interesante y pueda vivir bien con mi familia.