Si hay algo que siempre me ha sorprendido y que no cuadra con mi visión del mundo es el machismo. Hablando al respecto sobre eso varias amigas mexicanas que viven por acá, me dí cuenta mucho mejor de cuál es el impacto de estas actitudes sobre la vida de las mujeres.
El haber vivido tantos años en una sociedad tan igualitaria como la finlandesa me dió una perspectiva muy diferente de las relaciones entre miembros de diferente sexo que la que tienen muchas personas en México, además de que tuve la fortuna de haber crecido en un hogar con mujeres fuertes, de esas que no se dejan. Hoy por hoy, en mi casa con mi mujer los dos lavamos, los dos cocinamos, los dos atendemos a las visitas y los dos tenemos una carrera (aunque curiosamente, los dos estamos estudiando).
Hablando con un amigo sobre las políticas sociales vigentes en Finlandia, donde además de ausencias de maternidad largas existe una ausencia de paternidad éste me respondió “¿Y tú para qué la querrías? ¡Si la que iría a parir es ella!”. En eso obviamente estamos totalmente de acuerdo, pero si uno también ayuda a hacer al niño también tiene que ayudar a cuidarlo. Tuve la fortuna de crecer en un hogar en el que tanto mi madre como mi padre se ocupaban de mí (en horarios diferentes por cuestiones laborales), y me da pena ver muchas familias en las que el padre de familia se desentiende tanto de las labores de casa y de los hijos. ¿O qué (le diría yo) tú crees que tu esposa no se cansa después de trabajar?
Otra cuestión que ha captado mi atención es que esta actitud no sólo es preponderante entre los hombres, sino que muchas mujeres mexicanas crecen con la idea de que van a ser de una u otra manera menos, de que un buen hombre tiene que ser bastante macho, y de que los roles van a ser tan fijos como eternos. Los casos de mujeres maltratadas son los más extremos, pero esto se manifiesta de múltiples otras maneras, como el típico de que en una salida el hombre es el que tiene que pagar.
Lo bueno es que la sociedad está cambiando. Con más mujeres profesionistas integrándose al mercado laboral (y en algunos, todavía muy contados casos, ganando mejor que los hombres), las demandas del sexo femenino están cambiando, y así también tendrá que cambiar la oferta masculina. O al menos, eso espero.
Y que conste que las feministas extremas también me chocan. Igualdad de géneros sí, extremismo porque sí no.