Entre otras cosas que hice en París (además de encontrarme con mi papá y visitar la región de Champaña), tuve la oportunidad de conocer a dos blogueros que tienen un sitio permanente en mi Bloglines: Ceronne y Chilango en Madrid.
En la muy amena conversación, que por desgracia duró poco dado que Chilango en Madrid andaba con unos amigos y yo tenía que tomar mi tren de regreso, entre otras cosas hubo un momento en que uno de ellos me preguntó cómo era que sabía sobre ciertas cosas. La verdad es que para mí ha sido siempre normal leer mucho, de lo que caiga, y no se me olvidan tanto los detalles más importantes.
Recuerdo que desde que aprendí a leer a los 4 años, me ha sido imposible soltar los libros. Ya sean de historia, economía, astronomía, negocios, ciencia ficción (mucha ciencia ficción), religión, matemáticas, política, o incluso revistas de medicina o biología en general las devoraba (y las sigo devorando) con hambre de más. No por eso una de las cosas más difíciles para dejar en mi última mudanza fueron mis libros y una de las primeras cosas que he empezado a mandar poquito a poco antes de mi regreso son mis nuevos libros, jajajaja.
Lo bonito del asunto es que entre más se da cuenta que tiene uno idea de algo es que notas que te falta mucho más por aprender. Siempre alguien te puede enseñar algo que no sabías, así que es mejor llegar con humildad.
Justo por eso es que escribí hace algunos meses esa Oda a la curiosidad, porque creo que lo más importante no es saber, sino tener ganas de aprender. Por eso siempre me ha gustado tanto conocer a gente que tiene intereses distintos a los míos y también se acerca con una actitud de aprendizaje, porque esa polinización es la que crea las nuevas ideas (grandes y pequeñas). Por eso mismo es que me hubiera gustado conocer a un miembro de la familia de mi mujer que ya no está en esta realidad, porque solamente viendo su biblioteca me doy cuenta que hubiéramos hecho muy buenas migas. Por eso mismo me frustra tanto la gente que me dice que quiere aprender pero que no le gusta leer, siendo que en esta época de Google y Wikipedia es tan sencillo encontrar la información que a uno le interesa (personalmente, puedo pasarme horas leyendo artículos de Wikipedia, especialmente los relacionados con lingüística, aunque bien sabemos que nos es perfecta y tiene muchos errores).
Así pues, a menos que pase algún imprevisto de esos que no se desean, no va a haber cambios en el futuro cercano a que mi novia/prometida/amor de mi vida siga llamándome su trivia ambulante. Aunque ya sé que la cita tiene más de leyenda que de realidad, yo sólo sé que no sé nada.